Los imprevistos tienen solución

Sabemos que has preparado todo con esmero, cuidado y atención. Que no has dejado nada al azar. Pero el azar es caprichoso a veces y durante el día de tu boda pueden ir surgiendo imprevistos que deberás tener en cuenta para poder solucionarlos si es posible. Y si no lo fuera… para aprender a llevarlos lo mejor posible.
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No debes dejar que nada empañe ese día. Pueden pasar que se te rompa un botón del vestido, el cierre, que se te salgan los zapatos, que te tropieces, que hasta te caigas, que te duela la tripa, que te levantes y tengas un gran grano dándote los buenos días en la mejilla, que llueva a mares, o que no suene la música cuando tenga que sonar. Vale. Suena fatal. Suena a desesperación. Pero no desesperes. Lo peor que puede suceder es que no seas tú misma, que no sea espontáneo y que no te diviertas. Así que piensa que todo se puede arreglar y que nada es tan importante como para estropear tu día.
imprevistos de la boda
Seguro que sale un día de lluvia y te sientes fatal. Es uno de los imprevistos que más suele fastidiar. ¡Pero! Dale la vuelta al asunto y si llueve llévate un bonito paraguas para que las fotos salgan muy bonitas, o también unas botas de agua divertidas y originales para marcar la diferencia. ¿Te atreves? Si es al aire libre, ten previsto una alternativa a la ceremonia por si acaso.

Si tu “amigo” el grano invade tu rostro no sufras: el maquillaje hará milagros y un buen retoque en las fotografías, también. Así que seguro que no se nota y si se nota, qué le vamos a hacer, será peor si te lo tocas porque se notará mucho más. Al final habrá cosas que tengas que asumir que estarán y no podrás hacer nada por ellas, excepto sonreír y no dejar que te agobien.
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Lleva a mano (en el bolso de tu madre, hermana o amiga) un pequeño costurero por si algún botón o parte del vestido decide descoserse, incluso lleva un trozo de tiza blanca por si te manchas el vestido. Imprevistos que pueden preverse, mejor.

Y si tu padrino se pone enfermo a última hora, no arranca el coche o los invitados se pierden camino al restaurante… Tranquila… busca un nuevo acompañante (habrá montones de chicos guapos encantados de llevarte), coge un taxi (molarás llegando en taxi a tu boda) o aplaude a los tardones despistados cuando lleguen. No dejes que los imprevistos que vayan surgiendo te hagan perder la sonrisa porque se trata de situaciones “salvables” y no graves que se convertirán en anécdotas divertidas. Confía.

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